domingo, 23 de septiembre de 2012

Ruta de senderismo :Cascada de la Fervienza en la Cabrera, León


La  ruta, esta vez, la realizamos con el club de senderismo Sermar.


El topónimo de la cascada significa "Lugar donde hierve el agua" y viene dado por la similitud que existe entre el efecto que sufre el agua al hervir y al caer desde cierta altura. En esta cascada vierte sus aguas la fuente de la Morteira. Está enclavada en el arroyo del Cadabal, entre las Gayas de Cueto (2.008 m.) al Noreste y El Verdugueo (1.942 m.) al Sureste, en la vertiente norte de la Sierra de La Cabrera. Tiene más de 20 metros de altura en su último salto, precedido de otro de menor dimensión, que en invierno se transforma en una enorme placa de hielo que recubre todo el farallón por el que se precipita.

La ruta:

Tiempo de duración (ida y vuelta): 4 horas
Distancia desde La Baña a la cascada : 6 kilómetros, añadir 1 a las Morteiras.
Desnivel: 400 metros, 550 si se sube a las Morteiras

El camino a seguir desde La Baña hasta la cascada atraviesa el Barrio de Penilla y desde sus casas más altas y meridionales asciende describiendo varias curvas hacia la loma que separa las cuencas del Faeda al Este y del arroyo Basillino al Oeste, está señalizado. Aunque nosotros comenzamos la ruta por otro camino que discurre al lado del rio, y que solo es practicable en tiempo seco, que va a unirse con el mismo señalizado, por ser de menor pendiente.  Después de recorrer kilómetro y medio se inicia un suave ascenso por la ladera norocidental del arroyo del Cadabal hacia el curso del agua, siguiendo paralelo a él por su orilla izquierda.
Un kilómetro antes de la cascada se allana el camino, el valle se ensancha y enfrente vemos las verticales paredes de las Peñas del Valgón Grande y de la Gaya de Cueto. A nuestra derecha dejamos un corral de ovejas, mallada de La Fervienza, cuyos muros todavía se conservan en pie desde donde podemos tomar un sendero, que sube por la ladera, y que nos conducirá a la parte alta de la cascada, que es un hermoso valle glaciar ( 1 Km  en sibida). De allí las aguas de esta cascada provienen, de las llamadas Morteiras, que los más atrevidos tendran la posibilidad de conocer. Si no queremos subir a las Morteiras continuamos entre matas de robles jóvenes y atravesando los últimos prados nos acercamos hasta el pie de la cascada, en donde se ha construido una caseta para la captura del agua, ya que el camino que nos trae hasta aquí discurre en casi toda su longitud coincidiendo con la conducción de agua para el abastecimiento del pueblo, muestra de ello son las alcantarillas que se pueden observar por el recorrido hasta la cascada. La misma cascada y al lado del rio son buenos lugares para comer el bocadillo.Regresaremos por el mismo camino hasta una variante que en ligero descenso nos lleva al pueblo de la Baña de donde hemos partido, pasando por la ermita del Carmen del siglo XVIII y observaremos la arquitectura tradicional cabreiesa. En invierno la parte inicial del camino de ida puede estar encharcado así que podemos elegir el mismo camino de ida que el que hemos utilizado para volver.
El camino está señalizado.

Aquí la he subido a Wikiloc :







Serval del cazador próximo a la Cascada

Todas las fotos de la excursión:


La Baña

Situada a 995 metros de altitud y con 570 habitantes, según el último patrón, es núcleo de mayor población y capital pizarrera de la Cabrera.Es el pueblo que mejor refleja la transformación sufrida en la zona en los últimos 20 años. Cuenta con colegio comarcal, medico de cabecera, tres bancos, dos supermercados, cuatro bares-restaurantes, discoteca, residencia de ancianos y cinco empresas dedicadas a la explotación de yacimientos de pizarras con más de 500 empleos directos.
La organización del suelo es propia del valle y está influenciada por la proximidad de la montaña, que aquí forma La Veiga, La Sienra, la Vega de San Fabián y la Vega de La Barriada. El barrio situado al este es La Llama, entre las dos iglesias está Cazaleas (Cazaleyas), San Pedro y Penilla están separados por el arroyo Faeda y La Barriada es otro pequeño barrio situado entre dos puentes.
En el pueblo hay dos iglesias: La parroquia, llamada también "Iglesia de la paneira", tiene la particularidad, como las parroquias gallegas, de tener a su alrededor el cementerio. La torre es de principios del siglo XIX. Tiene una bonita cúpula de estilo bizantino, con cimborrio, que años atrás fue reparada. Posee uno de los mejores retablo de todas las iglesias de la zona, salomónico con predela, un cuerpo y ático y tres calles. Una inscripción nos recuerda cuando se hizo y quién fue el generoso mecenas del mismo: "Hizose y dorose este retablo año de mil setecientos y dos de limosna que dio a esta Iglesia, siendo cura el licenciado Toribio González que dio esta limosna". En la ultima reforma se ha sustituido toda la madera del pórtico. La otra iglesia es la del Carmen, a la que los bañeses tienen mucha devoción.
Los atractivos mayores están fuera del pueblo y son sobre todo el Lago de La Baña de origen glaciar, donde nace el río Cabrera y "La Fervienza", una hermosa cascada en un entorno natural espectacular. La situación del pueblo ofrece un excelente punto de partida para excursiones a otros puntos no menos interesantes. A la comarca de Sanabria por la pista forestal de San Ciprian y a Valdeorras, ya en Orense, por carretera, donde se encuentran sitios del mayor interés, como el famoso bosque formado por más de 300 tejos centenarios llamado "El texedal" o las ruinas de las explotaciones de wolframio, de tanta importancia en la segunda guerra mundial y algunos años después.
La Baña ha servido de escenario a dos novelas. La primera titulada "Entre brumas" fue publicada en 1921. Su autor, José Aragón Escacena, ejerció como maestro en Silván. La novela reproduce con fidelidad el dialecto que hablaba la gente, además de retratar el ambiente y otras curiosidades interesantes. La segunda, escrita por el novelista vasco Ramiro Pinilla, fue publicada en 1977. Trata sobre un personaje nativo del pueblo y sus correrías por él en los años de la posguerra. Al protagonista le llamaban en La Baña "el ruso", apodo con el que se trataba en aquel tiempo de aludir a la maldad por excelencia.
Antiguamente la gente del pueblo hablaba un dialecto propio, el bañes, sin embargo, todavía hoy su forma de hablar se distingue por una entonación y acento únicos muy peculiares y curiosos, últimos vestigios de esa música que ellos le ponían al dialecto común en toda la zona.

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